Por Jon Rappoport
El
globalismo es el Nuevo Orden Mundial.
No hay ningún misterio en ello. La alianza entre las mega-corporaciones, los
bancos y los gobiernos se fortalece constantemente a medida que extienden su
poder sobre las poblaciones.
En
este artículo usaremos el ejemplo de lo que sucede en Australia para ilustrar
un elemento oculto que se puede aplicar a todas las naciones del mundo: el cártel médico actúa al servicio del
Nuevo Orden Mundial.
El
principio que se aplica es bien simple: si se amplía el grado de obediencia
ciudadana en un área concreta, esta obediencia se acabará expandiendo a todas
las áreas.
Dicho
de otra manera: el truco consiste en crear el hábito básico de la obediencia.
Esa costumbre de obedecer, entonces se extiende a la mente subconsciente y lleva
a los individuos a obedecerlo todo.
El
globalismo y el Nuevo Orden Mundial necesitan la obediencia de la población
porque sus métodos son a menudo tan descarados que sólo los robots programados
y obedientes pueden aceptarlos.
Tomemos
un ejemplo escandaloso: el próximo tratado globalista, el TPP
(la Asociación Trans-Pacífica),
un tratado similar al TTIP (Asociación
Transatlántica para el Comercio y la Inversión).
Cuando
sea ratificado por los doce países involucrados (Australia, Brunei, Canadá,
Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y
Vietnam), establecerá el derecho de las empresas de eludir los tribunales
nacionales y exigir que sus productos se vendan, sin aranceles, sin tener que
preocuparse por los salarios que les paguen a los trabajadores aunque sean
salarios de esclavitud y sin tener que preocuparse por el envenenamiento del
medio ambiente con productos químicos tóxicos.
El TPP, al igual que el TTIP es un tratado
secreto.
En
Australia, por ejemplo, será firmado por el gabinete del gobierno antes de
considerar cualquier apoyo legislativo parlamentario.
He
aquí una breve cita de tppaustralia.org:
“El TPP tiene más de 20 capítulos que lo incluyen todo, desde el trabajo hasta el medio ambiente, la propiedad intelectual y las telecomunicaciones. Las negociaciones se han mantenido en secreto; en secreto incluso para nuestros propios parlamentarios y senadores. Pero sabemos, a partir de borradores filtrados del texto del TPP, que hay motivos legítimos de preocupación”.
¿Habéis
leído bien la última parte del texto? Ni los propios legisladores electos de
Australia han leído el tratado. No están autorizados a hacerlo. En los EEUU ha
sucedido algo similar y los legisladores sólo han tenido acceso a secciones
limitadas.
Es
decir, estamos ante un tratado secreto que afecta profundamente a la vida de
todas las personas en esos doce países y que sólo unos pocos elegidos saben
exactamente lo que contiene.
Desde
el punto de vista globalista, esto significa una cosa: para que este tipo de
maniobras salgan adelante las poblaciones deben ser sometidas a un estado de
obediencia incondicional. Tienen que estar de acuerdo con lo que diga el
programa, como si estuvieran hipnotizados.
En
caso contrario, si las poblaciones estuvieran despiertas, se rebelarían en masa
ante atropellos anti democráticos y tiránicos de este tipo. Esto es lo que
cualquier población haría si estuviera alerta.
Si
saliéramos a la calle, por ejemplo en Australia, y le preguntáramos a cualquier
transeúnte: “¿Usted ratificaría un tratado secreto que situará a toda
la población australiana bajo la bota y el control de las mega-corporaciones?”, la
respuesta sería obvia: “¡No! ¡Nunca lo permitiría!”.
Sin
embargo, eso está sucediendo y no hay protestas masivas en Australia, ni en
cualquiera de los otros doce países que formarán parte del TPP.
Y
en Europa, excepto algunas protestas y manifestaciones relativas al TTIP que no
se podrían calificar de masivas, tampoco ha habido reacción popular.
¿A
qué se debe esta nula reacción por parte de la gente?
Desde 1988, cuando
escribí mi primer libro, INC SIDA., advertí sobre
operaciones médicas encubiertas. En ese momento yo también comencé a hablar
sobre el programa general del cártel médico mundial,
su objetivo general:
“El objetivo primordial del cártel médico es someter a cada persona del planeta a un sistema continuo de diagnóstico y medicación desde que nace hasta que se va a la tumba. Convertir a cada persona, en primer lugar, en un paciente médico. Acondicionar con ello a cada persona a que obedezca órdenes”.
Y
esa es la clave que se esconde realmente detrás de la medicina: la obediencia.
¿Qué
es lo que nos hacen pensar sobre los médicos desde que somos pequeños?
Que
los médicos saben. Que no debemos ponerlos en duda, ni interrogarnos sobre lo
que hacen. Que sólo debemos hacer todo lo que el médico nos diga que hagamos.
Que debemos obedecerle. Desde que vemos la primera luz hasta que nos entierran.
Tómate los medicamentos, debilítate y por lo tanto, sé más obediente a un nivel
mucho más profundo. Este es el sistema que principalmente provoca la obediencia
en el mundo.
Hemos
visto recientemente al primer ministro australiano, Tony Abbott, emitir un
dictamen sobre la vacunación. Todas las exenciones han sido canceladas. Las
familias que reciben ayuda del gobierno dejarán de recibir ayudas si se niegan
a vacunar a sus hijos. No tienen libertad de elección al respecto.
Deben
obedecer y punto.
Cuando
se consigue que los ciudadanos obedezcan en un área, esa obediencia se contagia
a otras áreas. Con ello las personas se acostumbran a una larga vida de
obediencia en todos los aspectos.
No es casualidad que históricamente la
familia con mayor responsabilidad en la aparición y el desarrollo de la
medicina moderna y de la agenda globalista sea, precisamente, la familia
Rockefeller.
Independientemente de su naturaleza (y he cubierto los detalles en muchos artículos ARCHIVO:
fraude médico), el
sistema que rige la medicina moderna es
una operación de control mental diseñada
para crear un apego servil
por parte del paciente.
El
apego a la autoridad del médico y a todo lo que él mande. El apego a los
medicamentos tóxicos que prescribe. El apego a las etiquetas para identificar
enfermedades que el doctor pronuncia.
En estos y otros aspectos, la medicina
moderna es como una Iglesia secular, y los médicos son sus sacerdotes con batas
blancas. Están por todas
partes en las sociedades contemporáneas. Ellos gobiernan. Someten a los feligreses
(pacientes) a sus decretos arbitrarios.
El
resultado de este acondicionamiento en el largo plazo: los pacientes desarrollan un profundo hábito de lealtad a la autoridad.
Este hábito se extiende como tinta sobre un papel secante y después comienza a
aplicarse a todos los ámbitos de la vida.
Y
eso permite, finalmente, que el gobierno pueda decir:
“Mire, vamos a firmar un tratado, y usted no sabrá lo que hay en él. Pero es una cosa buena. Es para el beneficio de todos. No nos pidan que revelemos los detalles. ¿Le pregunta usted a su médico que le explique, en detalle, los escáneres que tomó de su cerebro? Por supuesto que no. Eso está más allá de su comprensión. Usted no está preparado para entenderlo. Pues bien, en lo relativo a este tratado, que se extiende miles de páginas, usted tampoco está preparado para comprender los complejos detalles económicos que contiene. Pero puede usted estar seguro, mediante su fe hipnótica, que estamos de su lado. Queremos lo mejor para usted…”.
Hay
varios términos para definir esto: condicionamiento psíquico, lavado de
cerebro, programación mental, control de la mente.
Todos
ellos hacen referencia al establecimiento de los hábitos de conducta, es decir,
a la conducta irreflexiva.
Un
hipnoterapeuta brillante, Jack True, una vez escribió:
“Nueve de cada diez de mis pacientes que entran por la puerta de mi consulta, están convencidos de que practico algún tipo de medicina. Eso es lo que quieren creer. Quieren que les diga qué hacer mientras están despiertos y quieren que les diga qué hacer mientras están en trance. Lo único que buscan es a otro médico, como los que visitan habitualmente. Toda nuestra civilización está hipnotizada por las batas blancas. Me tomó varios años superar mi asombro ante este hecho. Es una hipnosis masiva a gran escala”.
Si
quieres ser libre, debes observar a toda la sociedad en su conjunto y averiguar
de dónde procede la forma más profunda de acondicionamiento. Tienes que
averiguar de dónde procede la maniobra de hipnosis más exitosa. Porque ahí es
donde el control mental global es más fuerte.
Y
en la sociedad moderna, son los médicos. Por esa razón, los gobiernos se alían
con los médicos. Es una asociación perfecta. Algún día podremos ver a un presidente
vestido con una bata blanca, con un estetoscopio colgando del cuello y una
jeringa en la mano. Será capaz de decirle a la gente que el cielo es la tierra
y que las estrellas son los semáforos y se lo van a creer. Los médicos son las
piezas clave que nos llevarán al Nuevo Mundo.
Desde
un nivel práctico, podemos ver tratados secretos como el TPP dando una
protección global al cártel médico: exención internacional de demandas contra
las grandes empresas farmacéuticas; exención de la responsabilidad derivada de
medicamentos tóxicos y vacunas; acuerdos para extender los periodos de encierro
en un psiquiátrico de determinados pacientes, más allá de lo dictaminado por
las cortes de justicia.
El cártel médico y los globalistas van de la
mano hacia el futuro que se está creando para todos nosotros.
Mantener la libertad de rechazar la atención médica es imprescindible.
La Santa Iglesia de la Medicina y sus
aliados y tontos útiles, disponen de toda la fuerza en estos momentos.
Ellos
quieren esclavos obedientes.
Pero
no deben ganar.
Por Jon Rappoport
BASADO EN UN ARTÍCULO PUBLICADO EN http://elrobotpescador.com/2015/05/13/obedece-a-la-nueva-religion/
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